miércoles, 27 de mayo de 2009

MAMBO

EXPOSICION MAMBO









domingo, 17 de mayo de 2009

VICTOR VASARELY

VICTOR VASARELY



















Pécs (Hungría), 1906 - París, 1997
Víctor Vasarely ( vah-zah-re-li ), pintor y escultor. Pionero de la vanguardia óptica y cinética.

Considerado el padre del Op Art. Durante los años 60' y 70' sus imágenes ópticas se convirtieron en parte de la cultura popular, teniendo un impacto profundo en arquitectura, ciencias de la informática, moda, y la manera en que ahora miramos las cosas en general. Incluso logrando gran fama en vida siempre insistió en hacer su arte accesible a todo el mundo. Su lema era "Arte para todos". Fue además un teórico congruente, que prefería ser llamado artesano antes que artista. Por otra parte, consecuente con sus teorías, creía en la desaparición de la obra única, singular, y aboga por el futuro 'democrático' de los 'múltiples' o repetición industrial y serigráfica del mismo modelo. Sus experimentos cinéticos, que transformaban la superficie plana en un mundo de infinitas posibilidades, mucho antes del advenimiento de los ordenadores, marcaron una era en la historia del arte. Su aspiración era crear una síntesis entre pintura y plástica, donde la pintura tenga todas las prerrogativas de una escultura a dos dimensiones. 'Artista' cinético, para él la noción de movimiento se relaciona con la ilusión del espacio. De la unión entre estos dos elementos nace la obra plástica.



Primero estudió medicina en la Univ. de Budapest. Al mismo tiempo, hacia 1927, inicia los estudios de arte. En 1928 se inscribe en la Muhely Academy, conocida como la Bauhaus de Budapest, donde tiene como maestro a Alexander Bortnijik. Allí se familiariza con la obra de dos artistas pioneros en el estudio del color y la óptica, Josef Albers y Johannes Itten, y con la de los Constructivistas Malevich, Kandinsky, Mondrian y Moholy-Nagy entre otros.

De sus 2 años de medicina conservaría el rigor científico y la objetividad, desarrollando más si puede su gusto por la exactitud y lo sistemático. Aficionado a la Física, era para él una fuente de poesía. Llegado el conocimiento científico a los límites de lo explicable, este ya no es asequible a todo el mundo, entonces el arte como medio educacional, puede ofrecer una explicación plástica, si bien lejos de los modelos científicos pueden acercarseles de manera intuitiva y sensitiva.

La evolución pictórica de Vasarely es el resultado de una acumulación firme y lenta de experiencias. Empieza a pintar tarde, a la edad de 37 años. Influido por los movimientos pictóricos del momento (en París), adopta un estilo simbolista y surrealista, más tarde aventurándose dentro del expresionismo, y después la semi-figuración y abstracción completa, mostrando en todos los estilos una sutileza y sofisticación propia de los más veteranos. V. bautizaría sus primeros esfuerzos como sus "rutas falsas". Vasarely bien podía haber sido un excelente pintor figurativo o surrealista, aunque esto no hubiera sido suficiente para satisfacer sus aspiraciones estéticas.

Típicamente, Vasarely ordena un gran número de pequeñas formas geométricas casi idénticas en modelos que generan ilusiones vivas de profundidad y, en algunos casos, movimiento.

Para Vasarely forma y color eran inseparables. Cada forma es la base para un color, cada color es el atributo de una forma



En 1930 se trasladó a París donde trabaja como diseñador gráfico hasta que, en 1944 se dedica al arte exclusivamente. Durante esta época dibujó motivos lineales tanto figurativos como abstractos como por ejemplo sus series de arlequines, dameros, tigres y cebras. También durante esta época, Vasarely creó obras multidimensionales por superposición de capas de patrones de celofán que creaban ilusión de profundidad.

Vasarely además escribió una serie de manifiestos sobre el uso de los fenómeno ópticos para propósitos artísticos. Junto con su pintura, estos manifiestos tuvieron una influencia muy significativa en los artistas más jóvenes.

Fragmentos de "Notes Brutes" 1946-1960.

1950 "En el futuro asistiremos a exposiciones proyectadas por artistas contemporáneos. Dos días serán suficientes para enviar una exposición grande en una carta de una parte del globo a otra. Y en una especie de documento adjunto en clave, el artista presentara las condiciones verdaderas y iniciales de su creación."
1953 "El pensamiento egocéntrico que ha prevalecido hasta hoy debe volverse un pensamiento expansivo. El arte deber volverse generoso y totalmente difundible, y sobre todo, debe ser contemporáneo y no póstumo. De ahora en adelante, las nuevas tecnologías nos permitirán difundir el arte instantáneamente a las masas."
1960 "El fin de un arte personal para una elite sofisticada está cerca, nosotros somos la recta de encabezamiento hacia una civilización global, gobernado por las Ciencias y las Tecnologías. Nosotros debemos integrar la sensibilidad plástica dentro un mundo de hormigón..."
Su primera exposición individual fue en 1946 . Su trabajo, entonces, era completamente figurativo con un toque simbolista. En 1947 empezó a producir obras abstractas bajo la influencia de Mondrian y Magnelli con clara inclinación hacia el uso del color blanco pero la ilusión óptica aún no era su objetivo.

A través de un proceso de verdadera auto-mutilación artística, abandona la figuración, rechaza todos los atajos ofrecidos por su dominio técnico. Los paisajes que descubre durante unas vacaciones en Bretaña, y más tarde en la Provenza, paradójicamente le inducen el camino hacia la abstracción geométrica, renovando el género con nuevas formas y direcciones. A través de la continua experimentación llega a la más pura abstracción, despojando al arte de toda referencia no-plástica.

El interés de Vasarely se centraba en las formas geométricas, pero llegó a la conclusión, en 1955, de que ya se había hecho todo en pintura. Su objetivo fue entonces inducir sensaciones como ya había hecho antes con otros materiales. Vasarely tomó parte en muchas exposiciones en Francia y en el extranjero desde 1946 y publica en 1955 el 'Manifiesto cinético' .

Sin embargo V. no se dejó atrapar por ningún método, para él la teoría no precede a la creación y le gustaba afrontar sus proyectos sin nociones preconcebidas.

En 1970, se puso de moda entre los estudiantes tener un póster de Vasarely en la habitación (ni que decir que fue este negocio, el de la serigrafía, el que más dinero le proporcionó), mientras su trabajo constituía la base para nuevas investigaciones con la ayuda de ordenadores a finales de los 80’.

V. en su faceta de realizador hizo dos películas: "Les Múltiples" y "Précinetisme" (1966-69).

En 1978 se inauguran la Fundación Vasarely en Aix-en-Provence y el Museo Vasarely en su ciudad natal, Pécs, en Hungría.



Vasarely, que murió en 1997 dio un increíble empuje al arte óptico durante los años 60' y 70' y seguramente allanó el camino al actual 'computer art'.

Frank stella

FRANK STELLA


PINTOR ESTADOUNIDENCE
1936 - 1978

















Stella es uno de los artístas relevantes de la corriente geométrica en el arte del siglo XX. Sin ser tan conocido como el propio Vasarely, del que hablamos hace poco, su propuesta geometricista surge de una sincera reacción al encumbrado (y aún idolatrado) "Expresionismo abstracto" del que Pollock y Kline (en España Saura, por ejemplo) son los máximos exponentes. Las obras de Stella definen la exploración de un camino desde sus juegos geométricos con formas puras y tonalidades de colores graduadas, hasta las series de estampas a partir de patrones de blanco y negro, pasando por la escultura y el collage, y por una etapa Pop muy influyente. En la actualidad el artista explora nuevas vías a través de obras escultóricas de gran formato, como las que se pudieron ver en la instalación del Metropolitan Museum de mayo a octubre de 2007, en conjunción con la exposición "Painting into Architecture".
Pero para muchos, Frank Stella será más conocido por haber sido el artista que decoró el segundo de los famosos BMW Art Cars. En 1975, diseñó para el CSL una cuadrícula a partir del patrón de un papel milimetrado, para diseñar sobre él algunos trazos geométricos, todo ello en blanco y negro. El coche corrió en las 24 Horas de Le Mans de 1976, pero a diferencia del pintado por Calder y pilotado por Hervé Poulain que el año antes había llegado a la 11ª plaza, el nº 41 pilotado por Redman y Gregg tuvo que retirarse en la cuarta hora por una fuga de aceite. Pero antes de toda esta historia, hubo algo que siempre acercó a Stella a la competición automovilística, y ello dejó una curiosa e interesante huella en su obra. Habitualmente cuando pensamos en pintura y carreras, nos vienen a la cabeza los manieristas y conservadores (aunque bellos) lienzos del tipo de los que se pueden ver en la galería Luzzago (como los de Statis Vlachakos u Oscar Morosini). Sin embargo las obras de Stella exploran las carreras desde un punto de vista diferente.
El americano dedicó en los años 80 algunas de sus obras al mundo de la competición. La serie más conocida e interesante es aquella dedicada a los circuitos. Partiendo de las características plásticas de cada trazado en sí mismo, las amplias curvas de Talladega, las largas rectas de Imola, o el mítico "Siete" del Jarama sirvieron a Stella para realizar reinterpretaciones abstractas. El resultado, una serie de potentes obras en la que las curvas de los circuitos, y sus personales trazados, están más en esencia que en forma, y son ellos mismos aunque no puedan ser reconocidos por su trazado. La serie incluye, hasta donde he podido saber, Imola, Estoril, Jarama, Enna Pergusa, Talladega y Hockenheim., todos ellos con variantes de color y composición numeradas (Jarama 1, Jarama 2...)
Sin embargo, en la obra de Frank Stella también hay lugar para los pilotos, y en este caso para dos muy especiales. En 1970, dentro de su etapa de obras en blanco y negro a partir de duros patrones geométricos y de fuerte abstracción, dedicó una obra a un mítico y pionero piloto español, el Marqués de Portago. Alfonso Cabeza de Vaca era un aristócrata español que se aventuró en el mundo de las carreras de coches cuando aquellas todavía eran una épica aventura para románticos más que para pilotos. Tras una vida de película y una prometedora carrera deportiva, el Marqués de Portago murió trágicamente en una de las épicas carreras que hoy forjan su leyenda, la Mille Miglia, en 1957. La obra de Stella es un homenaje abstracto y duro a una carrera que se quedó en la cuneta como tantas en aquella época de las carreras entre dioses.
Años más tarde, en 1980, Stella volvió a dedicar una de sus series a otro gran piloto de la Fórmula 1 trágicamente desaparecido antes de tiempo. Ronnie Peterson, en sus 9 temporadas en la categoría reina del automovilismo, se alineó en 123 carreras de las cuales ganó 10. El sueco se convirtió rápidamente en un personaje popular de las carreras, siempre aspirando al campeonato del mundo que nunca llegó a conseguir. Pero su muerte tras un grave accidente en Monza en 1978, cuando las carreras empezaban a reducir drásticamente este tipo de tragedias que tan habituales eran en los años 60, le elevó prácticamente a la categoría de mito. En 1980, Stella dedicó una serie de lienzos al desaparecido piloto nórdico, llamada "Polar coordinates for Ronnie Peterson". En realidad la serie era una variante de sus investigaciones acerca de las Coordenadas Polares, y que tenía el mismo nombre "Polar Coordinates". Stella también ensayó diferentes variantes sobre el tema bajo este título.
Es inevitable mencionar el vínculo entre la afición de Stella a la competición automovilística y estas obras. Las expresiones artísticas vinculadas con el automóvil en el siglo XX han estado particularmente atadas a propuestas figurativistas, especialmente después del auge de la cartelería Art Nouveau y del encendido mensaje del Futurismo. Sin embargo, los temas abstractos vinculados al automóvil son menos, pero no por ello menos interesantes. Por un lado, porque se adentran en la principal innovación del arte del siglo XX (la búsqueda de la abstracción). Por otro, porque el arte abstracto no es otra cosa que la expresión de ideas o sensaciones a través de obras sin representación de formas de la realidad, es decir, una forma de representar las cosas sin que estén visibles, de que se puedan sentir mediante el corazón y la cabeza. Para el gran público con una mínima formación artística, el arte abstracto se percibe por los sentidos, por las sensaciones que nos producen sus colores o sus trazos. Y, después de todo ¿No es en gran parte el mundo del automóvil, y también las carreras, algo que se aprecia por los sentidos y las sensaciones, por sus formas, sus trazos, las emociones, sin que, muchas veces, medien argumentos que la razón pueda asimilar? Para Stella, es la misma pasión.


viernes, 10 de abril de 2009

EXPOSICION DELACROIX




Delacroix, Eugène
Nacionalidad: Francia
Charenton-Saint-Maurice 1798 - París 1863
Pintor
Estilo: Romanticismo Francés
Escuela:


Obras: 11
Alfabético
Cronológico
Galería




BIOGRAFIA

Calificado por Baudelaire como el "más moderno de los artistas", Delacroix despreciaba su época, odiaba el progreso y era conservador en sus gustos y actitudes; considerado de manera unánime la encarnación del Romanticismo en Francia, el pintor desdeñaba esta consideración y se reafirmaba como pintor clásico, respetuoso de la tradición, aunque no del academicismo. Ferdinand-Eugène-Victor Delacroix es la materialización consumada de las paradojas, grandezas y dispersiones del movimiento romántico. Nació el 7 de floreal del año VI de la Revolución, es decir, el 26 de abril de 1798 en Charenton-Saint-Maurice, cerca de París. Su familia era un acabado ejemplo de la burguesía del Antiguo Régimen que, merced a los cambios revolucionarios, se había visto promovida a los más altos cargos de la Administración. Su padre, Charles Delacroix, había sido Ministro de Asuntos Exteriores en la época del Directorio (1795-1799) y ocupaba a la sazón el puesto de Ministro Plenipotenciario en los Países Bajos, en La Haya. Su madre, Victoire Oeben (muerta en 1815), era hija del célebre ebanista de Luis XVI, Jean-François Oeben. Charles Delacroix ocupará, a partir de 1800, la Prefectura de Marsella y en 1803 la de Burdeos, en donde fallecerá en 1805. Eugène se criará en un ambiente selecto y cultivado, propio de su clase y de las amistades y familiares que le rodeaban. Uno de estos parientes era Henri-François Riesener (1767-1828), hermanastro de su madre, discípulo de David, quien se ocupó con afectuoso interés de la educación de Delacroix. Entre las personas que frecuentaban este entorno se encontraba el político y ministro Charles-Maurice, Príncipe de Talleyrand, a quien un rumor temprano atribuyó la paternidad real de Eugène, dada la imposibilidad de procrear por parte de Charles Delacroix en la época de la concepción del niño y ante el enorme interés mostrado por Talleyrand por Victoire Oeben y por la carrera artística de su hijo. En cualquier caso, Delacroix siempre prefirió ignorar esta persistente atribución. Tuvo tres hermanos: Charles Henri (1779-1845) quien, alcanzado el grado de general, se retirará a la vida privada tras la caída de Napoleón; Henri (1784-1807), que morirá en la batalla de Friedland; y Henriette (1780-1818), quien casará con el embajador Raymond de Verninac. Junto a ellos, su infancia en Marsella transcurrió entre sus dos grandes aficiones: el dibujo y la música. A la muerte del padre, en 1806, se trasladan a París, a casa de Henriette de Verninac. Eugène entra en el Liceo Imperial, en donde adquiere una sólida cultura clásica y obtiene varios premios de dibujo. En él permanecerá hasta 1815. Durante el verano de 1813 Delacroix se hospeda en la abadía de Valmont, junto a sus primos, los Bataille. La estancia marcará al joven Eugène; en ella adquiere el sentido de lo grandioso de la naturaleza y el amor por las ruinas, por lo misterioso. Desde allí visita Rouen, ciudad que suscitará su admiración por la arquitectura gótica. Sin embargo, esta feliz etapa de descubrimientos se ve súbitamente truncada por la muerte de su madre a fines de 1814, la cual deja a la familia en una apurada situación económica. Por el momento Delacroix, quien ya se ha decidido a ganarse la vida con su pintura, permanece junto a los Verninac. Esta decisión le lleva a solicitar, y lograr, en 1815 la admisión en el taller de Pierre Guérin, amigo de su tío Riesener. En su momento, el estudio de Guérin era un hervidero de jóvenes románticos. Allí trabó amistad con un artista, siete años mayor que él, que habría de marcar los destinos de su pintura y de la pintura francesa de la primera mitad del siglo XIX: Géricault. Sin abandonar dicho estudio, al año siguiente ingresa en la Academia de Bellas Artes, junto a Charles Soulier, quien le habrá de enseñar la técnica de la acuarela, y el británico Richard Parkes Bonington. Frecuenta por esta época las galerías del Louvre, en donde copia con entusiasmo los lienzos de Rafael, Tiziano, Veronés y Rubens. Asimismo, le es otorgada autorización para copiar numerosas estampas de la Biblioteca Real. Recibe su primer encargo en 1819: se trata de la Virgen de las mieses, para la iglesia parroquial de Orcemont. Su ejecución revela aún una enorme influencia de Rafael y, en general, del Renacimiento italiano. Este influjo no se limita a la pintura: entre sus lecturas preferidas se encuentran Tasso, Dante y Virgilio, autores que nutrirán su imaginación temática a lo largo de su complejo camino artístico. Dos años más tarde, en 1821, Géricault le pasa un encargo no muy de su agrado: la Virgen del Sagrado Corazón, rematada en un estilo bastante próximo al de su amigo y maestro. Este año viene marcado por dos sucesos desagradables: la ruptura con su hermana Henriette y la decisión definitiva de vivir en soledad, por un lado, y la manifestación de unas misteriosas fiebres, por otro, que anticipan la laringitis tuberculosa de la que habrá de fallecer. Las dificultades económicas le obligan a realizar diseños de maquinaria junto a su amigo Soulier para ganar algo de dinero. Esta penuria le empuja a planear su explosiva entrada en el mundo del arte a través del Salón, al que se presenta por primera vez en 1822. La obra que prepara para la ocasión es nada menos que la Barca de Dante, que causa gran sensación y le catapulta a la cima de la joven generación de pintores románticos, junto a Géricault. El éxito de la obra quedó patente cuando el Estado decidió adquirirlo, pasando a ser expuesta en el Palacio de Luxemburgo. Ahora las miradas de los grandes pintores que no se alinean en las filas davidianas, como Gros, se dirigen hacia él. Este éxito, y la reconciliación con su hermana, le animan a adoptar una activa vida social, frecuentando los teatros y conciertos, siguiendo a su admirado Mozart por encima de los autores contemporáneos como Beethoven. Con ello demuestra una de sus más acendradas cualidades: su gusto por lo clásico, por la razón, por el sometimiento de la enorme fuerza interior bajo un férreo manto. Uno de sus frecuentes reproches a los románticos alemanes es precisamente la falta de control sobre las emociones, el desbordamiento sobre la razón. Para el Salón de 1824 Delacroix pinta la Matanza de Quíos, obra con la que rompe la tendencia académica de considerar como sujetos del gran género histórico sólo los sucesos de la Antigüedad, en un sentido edificante. La elección de un tema puramente contemporáneo, la falta de épica, lo evidente de la tragedia, le sitúan como indiscutible cabeza del Romanticismo, y como tal comienza a relacionarse con los exponentes literarios del movimiento, Mérimée y Stendhal. Sin embargo, en ese mismo año, la muerte de Géricault habrá de afectarle profundamente. Delacroix se traslada al estudio del inglés Thales Fielding, con quien aprende a admirar la obra de Constable. Es ahora un pintor consagrado, admitido y reclamado en todas las cenas y actos sociales de la sociedad culta del momento. En 1825, con los ingresos que la compra por parte del Estado de La Matanza de Quíos le han reportado, Delacroix marcha a Inglaterra en compañía de Bonington y Fielding. Allí se habrá de operar su conversión definitiva a Shakespeare. A pesar de sus impresiones, negativas en principio, el saldo final de este viaje es revelador: rinde visita a los pintores David Wilkie y William Etty; descubre las colecciones británicas de pintura; dibuja la colección de armaduras de Sir Samuel Rush Meyrick; frecuenta las representaciones teatrales de Shakespeare y ahonda en el conocimiento de la obra de Byron y Scott y, finalmente, queda impresionado de forma indeleble por el 'Fausto' de Goethe. La obra byroniana queda reflejada, ese mismo año, en la realización de la Ejecución del Dogo Marino Faliero, en el que puede rastrearse la huella de su amigo Bonington, a quien Delacroix había hospedado, ya de regreso, en su estudio. Esta época supone el afianzamiento de las relaciones del pintor con los cenáculos románticos, en especial con Victor Hugo. Su segunda obra sobre la Guerra de Independencia Griega, Grecia expirante entre las ruinas de Missolonghi es un homenaje a Byron, muerto en dicha localidad en 1824; su participación en la exposición en apoyo a la causa griega de 1826 en la Galería Lebrun de París es la mejor muestra de su entrega a esta guerra elevada a la categoría de símbolo universal por el movimiento romántico. En 1827 presenta al Salón la Muerte de Sardanápalo que, aunque rechazada por las instancias oficiales de gustos ingresianos, se convierte en el manifiesto de la pintura romántica, en paralelo al significado del 'Préface de Cromwell', escrito en el mismo año por Victor Hugo, respecto a la literatura. El Superintendente de Bellas Artes, Sosthéne de la Rochefoucauld, advirtió a Delacroix que, a menos que cambiara de estilo, no había de recibir más encargos del Estado. En abril de ese mismo año fallece su hermana Henriette. Privado de encargos oficiales, diseña el vestuario para 'Amy Robsart', de Victor Hugo, representado con escaso éxito en el teatro Odéon. Asimismo, completa una serie de diecisiete litografías para ilustrar la traducción francesa del 'Fausto', llenas, en sus propias palabras, de 'un sentido de lo misterioso' y lo grotesco. Por fin, en 1828, recibe del gobierno el encargo de la Batalla de Nancy y de la duquesa de Berry el de la Batalla de Poitiers. En estas obras, pero en especial en el Asesinato del obispo de Lieja, se aprecia el oscurecimiento de la paleta de Delacroix, ahora interesado en la obra de Rembrandt, afición que compartía con Bonington, fallecido en Londres por esas mismas fechas. Comienza Delacroix su labor de ensayista en la 'Revue de París', con artículos sobre Lawrence, Rafael y Miguel Ángel. Aunque no toma parte activa en la revolución de 1830, su siguiente obra maestra, presentada en el Salón de 1831, la Libertad guiando al pueblo, es el compendio de todas sus inquietudes políticas y sociales, una excepcional pintura que, comprada por el Estado, le ganó la Legión de Honor. Delacroix, como romántico, no había podido sustraerse al interés por Oriente, por lo exótico, que tanto proliferaba en Francia e Inglaterra y que llenó, durante décadas, España y el norte de África de ávidos buscadores de lo pintoresco y extraño, encontrándolo muchas veces donde no lo había. Recomendado por la actriz Mars al conde de Mornay, Delacroix forma parte de la delegación enviada por el gobierno francés ante el sultán de Marruecos, en el contexto del expansionismo galo por este país y Argelia. Entre enero y julio de 1832, el pintor recorre Tánger, Mequinez, el sur de España y Argel. Su cuaderno de viaje, repleto de dibujos y anotaciones, habrá de proveerle de material durante el resto de su vida. Obras como Mujeres de Argel en su apartamento deben su nacimiento a las profusas observaciones realizadas en este periplo, que refuerza su preferencia por el estudio del color y la acción de la luz sobre los tonos locales, así como su gusto por los maestros españoles, con Murillo a la cabeza. A pesar de la presencia constante de la temática oriental en su obra, las tendencias de ésta se orientan hacia lo literario y los grandes encargos estatales. La protección de Adolphe Thiers, su amigo periodista que con el rey Luis Felipe llega a Ministro del Interior, le proporciona su primer encargo decorativo: la sala del Rey en el Palacio Borbón. El de 1833 es, además, el año en que entabla amistad con George Sand y Frédéric Chopin, a quien considera el único verdadero genio de su época. Con ellos pasa largas temporadas en el castillo de Nohant, residencia veraniega de Sand. En casa de sus amigos los Pierret conoce a Jenny Le Guillou, a la que contrata al año siguiente como ama de llaves y que hasta la muerte del pintor permanecerá como devota confidente y único apoyo estable. Otra mujer que llena estos años, en que paulatinamente se aleja de los ambientes románticos, es su prima, amante y amiga, Josephine de Forget, su 'consoladora' e introductora en los Salones del Segundo Imperio. En el terreno artístico su obra, ahora más cercana a Rubens y Tiziano, se va colmando de cierto humor tétrico, reforzado por la muerte de su sobrino, Charles de Verninac en Nueva York, que se combina con la corriente orientalista y los grandes encargos oficiales. En 1834 pinta la Batalla de Taillebourg para la Galería de Batallas de Versalles y en 1838 la Entrada de los Cruzados en Constantinopla. Será, en efecto, la decoración mural la que domine ya los años de madurez de Delacroix. A pesar de haber realizado en 1834 ensayos de pintura al fresco en casa de sus primos Bornot en Valmont (Normandía), el medio preferido del artista será la pintura al óleo, sobre lienzo luego trasladado al muro, o con cera de forma directa. A través de Thiers, ahora Ministro de Comercio y Obras Públicas, recibió el encargo de la decoración de la biblioteca de la Cámara de Diputados del Palacio Borbón, la cúpula de la biblioteca del Senado en el Palacio Luxemburgo (1840), las pinturas de la capilla de Santa Inés en San Sulpicio (1849), la Galería de Apolo en el Museo del Louvre (1850) y el Salón de la Paz en el Hôtel de la Ville de París (1851, destruido en 1871). A partir de 1842, en que sufre un grave ataque de laringitis, su salud empeora y se ve forzado a pasar largas temporadas de reposo en el campo, con los Riesener, con Sand en Nohant, en su propia casa de Champrosay o, en 1845, en los Pirineos. Sus cambios de residencia, dentro de París, son constantes; también lo son sus aventuras amorosas, de desiguales intensidad y resultado. Sin embargo, el reconocimiento oficial que su obra experimenta en la década de los cuarenta le lleva a ser nombrado, en 1846, Oficial de la Legión de Honor. Una de sus grandes ambiciones, empero, la de entrar a formar parte del Institut, habrá de esperar durante décadas: entre 1837, en que realizó su primer intento, con la mira puesta en el sillón vacante de Gérard, y 1856, cuando por fin fue admitido, hubo de realizar seis tentativas (1838, 1839, 1849 - dos veces -, 1851 y 1853). La revolución de 1848 no gozó de la entusiasta simpatía con que Delacroix acogió la de 1830. Sin embargo, la elección del futuro Napoleón III como presidente de la República le abrió la posibilidad de una carrera oficial, como así fue, de la mano de su prima Forget y su selecto círculo de amistades. En 1851 es nombrado consejero municipal, cargo que habrá de desempeñar hasta 1861 con escrupulosidad. En esta época, sin abandonar su gusto por Rubens, vuelve su mirada a Poussin, del que publica un ensayo en el 'Moniteur Universel' en 1852. Su quebrantada salud le obliga a pasar continuas temporadas en Champrosay, que ahora alterna con Dieppe. En 1855, al igual que Ingres, participa en la Exposición Universal con 42 cuadros, además de la Caza del león encargada por el Estado. En el mismo año recibe la Encomienda de la Legión de Honor. Su trabajo decorativo, a partir de 1850, se concentra en el Hôtel de Ville y en la capilla de Santa Inés en San Sulpicio, que habrá de ocuparle hasta 1861. Para los muros eligió los temas de Heliodoro expulsado del Templo y Jacob luchando con el ángel; para el techo, San Miguel venciendo al demonio. Estas obras reflejan, como en sus mejores momentos, la influencia de Rafael y los maestros del Renacimiento y Barroco. Los trabajos hubieron de ser interrumpidos en 1856 a causa de su enfermedad, que ya le impediría una actividad continuada hasta su muerte. Durante sus retiros en Champrosay, pergeñó no pocos ensayos y el malogrado y ambicioso 'Diccionario de las Bellas Artes'. El 13 de agosto de 1863, discretamente, de la mano de su fiel ama de llaves Jenny, Delacroix expiró en su residencia de París. Fue, quizá, el pintor del siglo XIX más preocupado por los problemas de la técnica pictórica. Su búsqueda de soluciones le llevó a recorrer la obra de Rafael, Velázquez, Miguel Ángel y Rubens entre los antiguos maestros, o Constable entre los contemporáneos. Su influencia alcanzó a los impresionistas, a Millet, a Van Gogh, en su traslación de los efectos del pastel al óleo, en su uso del fondo blanco - práctica común de los impresionistas - y, sobre todo, en la primacía del color sobre la línea a partir de una concienzuda aplicación de los principios científicos del color, influido por Chevreul, en la resolución de problemas técnicos.



PRINCIPALES OBRAS




















miércoles, 18 de febrero de 2009

Preparativos para la crucifixión


http://www.cult.gva.es/mbav/data/0578.jpg

Preparativos para la crucifixión
1615
Óleo sobre lienzo, 355 x 235 cm
Firmado: "Ioannes Ribalta Ping..."
Ingresa en el Museo por la Desamortización del Monasterio de San Miguel de los Reyes de Valencia.
Nº inv. 578

En 1624 don Fernando de Ribera y Enríquez, duque de Alcalá, es nombrado Virrey de Nápoles en sustitución del fallecido duque de Osuna. Las relaciones entre el nuevo Virrey y Ribera fueron muy estrechas, recibiendo el artista un buen número de encargos y la protección del Virrey, al tiempo que es nombrado Pintor de Corte. Fruto de estas relaciones es este encargo que hoy se encuentra en Cogolludo (Guadalajara).
Ribera presenta el momento previo a la crucifixión con una gran carga emotiva al envolverlo en un fondo oscuro del que parecen emerger las figuras. Cristo está siendo ayudado por el Cirineo mientras que un niño en primer plano mira hacia el espectador con una amplia sonrisa. La figura del Salvador está bañada por un potente foco de luz que crea acentuados contrastes de luz y sombra, ayudando a conseguir una mayor tensión espiritual. No en balde, las figuras de la zona izquierda de la composición apenas se aprecian, destacando sólo algunas partes de sus cuerpos que se iluminan ligeramente.
La influencia de Caravaggio no sólo está presente en la iluminación utilizada sino también en el tratamiento naturalista de los personajes, acercando de esta manera la religión al pueblo, en sintonía con las predicaciones de san Carlos Borromeo. Cristo, la Virgen y los santos se harán de carne y hueso, por lo que el espectador se sentirá más cercano a los seres divinos.
Durante la estancia del lienzo en Sevilla, el estilo de Ribera dejó una acentuada impronta en Alonso Cano y Zurbarán.
http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/cuadros/10741.htm

Juan Rivalta

Juan Ribalta (Valencia, 1597 - id. 9 de octubre de 1628) fue un pintor español, hijo del afamado Francisco Ribalta con el que compartió taller y obra.

Excelentemente dotado y criado en un taller en el cual el conocimiento del oficio era tan profundo, fue, desde su primera juventud, discípulo y colaborador de su padre. El erudito Marcos Antonio de Orellana precisa la dificultad de separar la obra del padre de la del hijo, en constante contacto. Según Palomino, que se refiere a la obra de ambos, «no se distinguen cuáles sean del padre y cuáles del hijo, y sólo hay alguna mediana diferencia en que la manera del padre fue algo más definida y la del hijo algo más suelta».

Era un mismo taller en el que ambos artistas, de idéntica técnica, trabajaban en colaboración muy íntima. La documentación del retablo de Andilla permite suponer que los bocetos solían ser de Francisco, y de Juan su realización. Conocemos escasísimas obras que sean sin duda, atribuibles a Juan: la ejecución del retablo de Andilla, según bocetos de Francisco; el Apóstol que se encuentra atrubuído a él en el Museo del Prado; y acaso una pintura al reverso de una lámina de cobre grabada y firmada por Juan en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Fue además de pintor, poeta, y como tal intervino y obtuvo premio en el certamen con que se celebró en Valencia, en 1620, la beatificación de Tomás de Villanueva. Falleció meses después que su padre